Por primera vez, la instalación escultórica ‘Espuertas’, realizada en bronce por la recordada Carmen Laffón, Hija Predilecta de Andalucía, se asienta sobre un lecho de tierra no procedente de La Jara, en Sanlúcar de Barrameda, donde la artista sevillana vivió y tuvo su estudio, sino extraída del entorno de los Dólmenes de Antequera. Esta icónica obra, que recientemente ingresó en los fondos del patrimonio artístico andaluz, forma parte de la exposición temporal ‘Carmen Laffón. Espuertas’ que, organizada con el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), puede visitarse hasta el 10 de enero de 2024 en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, en la sala Muñoz Rojas, vinculada con la reinterpretación del paisaje de las Tierras de Antequera por autores contemporáneos a través de movimientos como el ‘Land Art’.
Comisariada por Juan Antonio Álvarez Reyes, director del CAAC, la muestra se centra en un conjunto específico de la serie ‘La Viña’, concretamente en las espuertas, dibujadas o en bronce, que nacen de la mirada profunda y analítica del entorno inmediato de la vida diaria de la artista andaluza. Además de la instalación en bronce, integrada por 26 unidades escultóricas, la muestra descubre al visitante una serie de dibujos de gran formato sobre el mismo tema que son, por su calidad y ambición, verdaderas obras pictóricas en grafito sobre papel.
Estas piezas, recientemente incorporadas a la colección permanente del CAAC, dependiente de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, suponen un conjunto de obras muy representativa de la producción de la artista Carmen Laffón (Sevilla, 1934- Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 2021), la serie dedicada a la viña que rodeó su estudio de La Jara, en la casa de verano familiar frente al Coto de Doñana, que acabó siendo el lugar central de su actividad artística. Esta incorporación histórica ha permitido cubrir la que posiblemente sea la última gran laguna en los fondos de referencia, en cuanto a los autores y grupos vinculados a Andalucía, del patrimonio histórico contemporáneo de nuestra comunidad.
Con su extenso trabajo sobre ‘La Viña’, fruto de una larga reflexión de la artista sobre racimos de uvas, con ecos en la tradición de la pintura española, Laffón despierta la memoria de dos mitos mediterráneos: la vid, signo de la fecunda naturaleza, y la viña y el lagar, símbolo de acogida y convivencia. Las serenas espuertas en espera del fruto, cargadas de uva o llenas de sarmientos de la poda, apuntan al gozo de la vendimia e invitan a participar en él. Mientras, los grandes dibujos, con su amplia gama de grises, hacen pensar de inmediato en la pintura: falta el color pero su ausencia hace presente con mayor nitidez la fuerza de la luz.
Dos de las obras que se muestran en la exposición de Carmen Laffón.
Así, estos paisajes, enclaves de convivencia, «apuntan a la fecundidad natural, sintetizada en la materia (el carbón y la témpera) y la luz (que ambos reflejan y matizan). Materia y luz adquieren además vida propia: la vista y el tacto siguen sus ritmos, casi olvidando qué representan», reflexionaba Juan Bosco Díaz-Urmeneta en 2014. ‘La viña’ se expuso por primera vez en la antigua bodega del monasterio de Santo Domingo de Silos en la sala con que allí cuenta el Museo Reina Sofía, y posteriormente en la muestra ‘Carmen Laffón. El paisaje y el lugar’ organizada por el CAAC, el Patronato de la Alhambra y el Generalife y el Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada, y que fue comisariada por el citado Juan Bosco Díaz-Urmeneta, autor del catálogo razonado de la artista.
Sobre la artista
Carmen Laffón de la Escosura, Hija Predilecta de Andalucía y Premio Nacional de Bellas Artes, fue una de las firmas más importantes del arte del siglo XX en España, de la que afortunadamente pudimos disfrutar hasta las dos primeras décadas del actual, componiendo desde sus albores una constante y fructífera carrera. Su larga trayectoria está marcada por la fidelidad a su propia sensibilidad. Dicha forma de sentir, intimista y sutil fue capaz de plasmarla de una manera plásticamente prodigiosa. Como se dijo en su día de Velázquez que «pintó el aire», Laffón creó atmósferas evanescentes que, sin embargo, eran descriptivas y enormemente evocadoras; incluso a través del reduccionismo tonal del carboncillo.
Por otra parte, Laffón es quizá el pincel de nuestro tiempo que mejor ha sublimado la cultura andaluza, alejándose del esperpento del tópico, y adentrándose, perdiéndose, en la belleza de nuestros paisajes, como los jardines y patios llenos del verdor y el frescor de sombras, donde se intuye el agua de fuentes, pozos y albercas; las salinas; los horizontes de Doñana; o de su propia ciudad hispalense… También ha sido una paciente observadora de nuestra etnografía, de utensilios de otro tiempo, como cestas, capachos, espuertas, cerámicas…; del cultivo y el tesoro de la crianza del vino; y de la belleza de la Semana Santa de Sevilla.
Laffón tuvo una vida diferente desde su niñez. Sus padres, que se habían conocido en la Residencia de Estudiantes de Madrid, deciden no llevarla al colegio. Su educación se lleva a cabo en su casa. Sus inicios en la pintura tienen lugar a los 12 años de la mano del pintor Manuel González Santos, amigo de la familia y antiguo profesor de dibujo de su padre, por cuya indicación ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, a los 15 años de edad. Tras cursar estudios en esta institución durante tres años se traslada a Madrid, en cuya Escuela de Bellas Artes finaliza su carrera. En ese mismo año, 1954, hace su viaje de fin de estudios a París, donde queda especialmente impresionada por la obra de Marc Chagall. Al año siguiente realiza una estancia de estudios en Roma con una beca del Ministerio de Educación.
A su regreso a Sevilla en 1956 continúa pintando en la casa de verano familiar en La Jara, frente al Coto de Doñana, que acabará siendo el lugar central de su actividad artística. Allí tuvo su estudio, y el Coto de Doñana y su paisaje se convirtieron en los principales protagonistas de su pintura.
Detalle de la instalación escultórica ‘Espuertas’.
En 1967 se acerca al mundo de la enseñanza y junto a Teresa Duclós y Pepe Soto crean la Escuela El Taller y en 1975 se incorpora a la Cátedra de Dibujo al Natural de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla.
En 1998 es nombrada académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. El 16 de enero del 2000 pronunció el discurso de ingreso titulado «Visión de un paisaje» que versó sobre su relación con Sanlúcar de Barrameda y el Coto de Doñana.
Hija Predilecta de Andalucía desde 2013, logró entre otras distinciones el Premio Nacional de Artes Plásticas y la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes, así como la Gran Cruz de la Orden Civil de Alonso X el Sabio.
La última gran exposición de su obra fue ‘Carmen Laffón. La sal’, celebrada en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) de Sevilla entre el 18 de septiembre de 2020 al 28 de febrero de 2021. Comisariada por Juan Antonio Álvarez Reyes y Javier Hontoria, permitió contemplar 37 obras de gran formato sobre las salinas de Bonanza de Sanlúcar de Barrameda.
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