La Consejería de Universidad, Investigación e Innovación ha creado la figura del ayudante doctor con vinculación clínica al sistema sanitario público con el fin de solucionar la carencia de profesorado médico en los grados de Medicina de la comunidad y poder continuar garantizando la calidad de esta formación universitaria. Así se lo ha trasladado el consejero José Carlos Gómez Villamandos a la presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Córdoba, Carmen Arias, y a su junta directiva, con quienes se ha reunido para explicarles que, con esta decisión pionera en el contexto nacional, Andalucía es la primera comunidad que pone en marcha medidas encaminadas a paliar este problema generalizado en todo el país.
Éste es el primer encuentro de una ronda de contactos que llevará a cabo Gómez Villamandos con todos los colegios oficiales de Medicina de la región para darles a conocer esta modalidad y solicitar colaboración para su difusión entre el colectivo al que representan. Para facilitar su correcta implantación, el consejero de Universidad ha avanzado que su departamento trabaja estrechamente con la Consejería de Salud y Consumo, ya que se trata de médicos en activo. Ambas consejerías han comenzado a analizar el desarrollo detallado de esta nueva modalidad y los requisitos asociados a ella.
La categoría de ayudante doctor vinculado al sistema sanitario público se ha incorporado en la modificación parcial que realizó la Junta a finales de octubre de la normativa regional en materia de universidades para adaptarla a los cambios de personal docente e investigador de carácter laboral recogidos en la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU). Con este novedoso perfil, no existente actualmente en la legislación estatal ni en otras normas autonómicas, se pretende adelantar el inicio de la carrera académica e investigadora de los profesionales médicos que optan por compatibilizar esta dedicación con la actividad clínica asistencial.
Según ha aclarado Gómez Villamandos, «se busca vincular a la universidad al joven talento médico, iniciándolo unos años antes en la impartición de clases y en la investigación en, condiciones de estabilidad muy atractivas que luego les permita progresar en la carrera académica hacia las figuras de contratado doctor y de profesor titular universitario vinculado». A su juicio, esta iniciativa «supondrá un antes y un después» en la renovación de la plantilla docente, al favorecer la incorporación de profesionales sanitarios a las facultades de Medicina en etapas muy tempranas», contribuyendo con ello a resolver «el grave déficit de profesorado en las áreas de Ciencias de la Salud que está poniendo en riesgo la docencia para las nuevas generaciones de médicos».
Esta categoría está orientada a los jóvenes médicos que hayan finalizado su periodo de especialización a través del MIR y que estén en posesión del título de doctor. Los candidatos a obtener esta plaza se incorporarían a la universidad a una edad aproximada de 30 años, pudiendo alcanzar la siguiente etapa, la de contratado doctor con vinculación clínica o profesor titular vinculado, a los 36 años, algo que ocurre actualmente a una edad superior a los 40 años, por lo que se adelanta la carrera académica de este personal en casi diez años.
Un déficit de casi 4.000 profesores médicos
Tanto la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina de España como el Foro de la Profesión Médica llevan alertando en los últimos años de la insuficiencia de la plantilla docente de carácter clínico, poniendo el acento en que la carencia actual es de casi 4.000 profesores con la previsión de que la situación se agrave y esa cifra se eleve hasta los 5.000 en 2030. Además, ponen el foco sobre otro problema añadido: la necesidad de rejuvenecer ese profesorado ante el alto índice de jubilaciones de sus miembros, cuya edad media supera los 50 años, por encima del resto de personal docente e investigador en otras áreas de enseñanza.
El periodo de formación de los médicos supera con creces el invertido en otros grados: a los seis años de carrera hay que añadirle el tiempo de preparación de la prueba MIR para acceder a una plaza de especialista en el sistema de salud español, así como los cuatro o cinco años de residencia, y los cuatro de doctorado. Esa acumulación de etapas provoca que la edad de partida en la carrera académica ya sea bastante avanzada.
Por otro lado, la doble condición clínica y docente exige a estos profesionales, para acceder a una plaza universitaria, superar como cualquier otro profesor el proceso de acreditación que evalúa los méritos docentes y las publicaciones científicas. Sin embargo, al tratarse de médicos en ejercicio, tienen menos tiempo de dedicación a la investigación y a la enseñanza, por lo que les resulta más complicado obtener los exigentes requisitos fijados por la Agencia Nacional de Evaluación. Eso dificulta y desalienta a los potenciales candidatos, que se quejan, además, de que el sistema de evaluación actual no valora adecuadamente su actividad asistencial.
Esa combinación de factores, unida a las restricciones impuestas en la década anterior por el Gobierno central en las tasas de reposición para reemplazar las jubilaciones, han complicado la renovación y el relevo generacional de las plantillas docentes en el ámbito sanitario.
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